domingo, agosto 23, 2020

Educación sexual: consideraciones

La educación sexual debería incluir dos objetivos generales que, al mismo tiempo, deberían ser repetidos como una suerte de mantra epistemológico. Así toda clase sobre esta temática, todo taller, toda comunicación siempre debería incluir estas dos consignas, implícita o explícitamente:

a-                  La vida sexual saludable es una de las maravillas que el ser humano dispone para el ser, para el encuentro, para la vida, para la felicidad.

b-                 La vida sexual saludable mejora a partir del mejor conocimiento de uno en todas sus dimensiones, de la capacidad personal de ser asertivo para lo que uno desea, necesita y, sobre todo, lo que uno no quiere –la noción de consentimiento como nuclear- y de la comunión vital con los valores que uno decide como aquellos que brindan la mayor serenidad al espíritu de uno.

Estos dos elementos, hace que la educación sexual sea consecuente con tres principios:

-                     Es un hecho educativo: esta cuestión implica una idea que, muchas veces se olvida: lo central es el educando, por ello debemos planificar, evaluar y estar atento al que la recibe a la educación.  Por ello toda educación sexual que se pretende adecuada o sea la que apunta a ser eficaz, es sistemática, es planificada, es progresiva y es retroalimentada por la experiencia.

-                     Es un hecho integral: la educación sexual precisa un equilibrio dinámico de contenidos a enseñar, habilidades a adquirir y contextos del educando. Así es necesario tanto des-genitalizar la educación sexual como hecho único, como también incluir lo relacionado con los genitales en sus contenidos, siempre respetando la secuencia pedagógica marcada por el educando, en su realidad vital, intelectual y emocional.

-                     Es un hecho social: la sexualidad no es sólo la vida sexual, es lo que funda la vida humana y por lo tanto la vida social. La sexualidad es omnipresente en el ser humano, por más que la vida sexual sea más limitada (en relación al tiempo que se ejercita) como actividad del ser humano.

Por eso, seguimos abogando a una educación sexual como hecho profesional, no circunstancial. Esto implica que la educación sexual debe ser realizada por personas que simultáneamente saben de educación, saben de sexualidad y que actúan en educación sexual de forma constante y no circunstancial.

La educación sexual es una urgencia que se planifica, una necesidad que se desea, una obligación que nos equilibra, una decisión que nos ofrece un mejor porvenir.

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