jueves, febrero 22, 2024

Educación Sexual Integral

 Vuelven las clases y con ello diversas necesidades. En un país tan castigado como el nuestro las
prioridades no son homogéneas. Así, al tener datos alarmantes de pobreza, sabemos que generan problemas graves para la educación. Como también los inconvenientes por el costo de la vida, los salarios y demás temas que se desprenden de ello. Pero, además, está el hecho educativo en sí mismo. Ese proceso que los seguimos pensando como vital para la vida, esencial para el desarrollo, urgente para la paz. Dentro de ello, siempre se discute que contenidos actualizar o incorporar para que el proceso educativo sea lo más efectivo que se pueda y que sirva para crear una ciudadanía siempre mejor que logre generar condiciones óptimas para el país.

Insistimos en la convicción que la educación sexual integral (en su sentido primigenio planteado por la ley y con la visión de la UNESCO) es no sólo una obligación legal, sino una urgencia para modificar el futuro. Lo prioritario es comprender, asumir y requerir lo que ya debería ser obvio: la educación –cualquiera de ellas- es mucho más que información. Si sólo damos información no estamos preparando para el futuro a nadie, sólo estamos cumpliendo una tarea, hasta se podría decir que administrativa. Ojo, está claro que dar información de calidad es necesario e innegociable. Pero la educación sólo lo es cuando crea condiciones para que ese conocimiento pueda asumirse y generar condiciones para aplicarse y abrir nuevos conocimientos. La información es más estática, la educación siempre es dinámica, dialógica y, sobre todo, constructivista.

La educación sexual siempre se apoya en un trípode innegociable: a)- información científica y acorde con los niveles de comprensión del estudiantado, b)- desarrollo de habilidades para poder producir y vivir en relaciones saludables y c)- la promoción de un marco de valores sociales transversales y amplios, que para la ley está dado por los Derechos Humanos.  

Habría muchos temas que son importantes, pero voy a insistir en tres puntos clave que se debe reafirmar, desarrollar y sistematizar para producir una buena educación sexual integral. Esos tres puntos tienen que desarrollarse de manera sistemática apoyándose siempre sobre esos tres pilares

Ellos son:

1-      Los recursos (conocimiento y habilidades) para el autoconocimiento basado en la integralidad de la persona. No sólo somos cuerpos, es obvio. Por lo tanto, conocer nuestras propias emociones y sentimientos es clave también para el autoconocimiento. Como también, identificar nuestros deseos y gustos es clave para reconocer nuestra realidad y aprender a gestionar las diferencias inevitables que tenemos con los demás. Como también ese autoconocimiento es la puerta esencial para el cuidado no sólo del cuerpo –insisto- sino de la integralidad de uno. La pandemia nos alertó: nunca más debemos dejar de lado la salud mental.

2- 
    
La centralidad del consentimiento como la verdadera aduana de los comportamientos sexuales de las personas. El consentimiento es una síntesis de lo que aspiramos como humanidad en relación, la creación de los vínculos desde la decisión personal y con una centralidad de la comunicación asertiva como conducta innegociable a fomentar. El consentimiento como manifestación humana se asocia directamente con el respeto, los buenos trataos y la eliminación de la violencia.

3-      La diversidad como verdad humana. Aun en el relato bíblico de la creación se hace hincapié en esa diversidad. Somos semejantes en derechos y dignidad siempre, pero nunca somos iguales. No hay condición humana más central que la diversidad. 

Sobre esos tres elementos de base, los contenidos se pueden organizar desde la amplitud de visiones y perspectiva, pero siempre con esa centralidad y bajo la tutela de un sistema legal existente y un sistema educativo que promueve el valor social de la enseñanza.

Lo dijimos varias veces, pero sigue siendo necesario repetirlo: la educación sexual integral no puede ser ni un lujo para pocos, ni un tema accesorio, forma parte de nuestra intención más compartida como sociedad: hacer que nuestro país se desarrolle para que tenga lo que siempre anhelamos como utopía: desarrollo, paz y armonía. En este ciclo lectivo que empieza, renovemos nuestro pedido: educación sexual integral YA.

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