lunes, febrero 01, 2016

Deseo…

Desear es uno de los verbos más importantes para el ser humano. Habla mucho de sus cosas. Es como si el “desear” nos define como seres humanos y “lo que deseamos” nos define en particular. Por ejemplo, yo deseo, algunas cosas.
Deseo, por ejemplo, tener un sexo “gostoso”, como dicen en Brasil. Deseo una comida compartida, sushi, para la ocasión. Deseo una charla de café, con algo de delirio. Deseo un baile sensual, siempre de pareja. Deseo poder acariciar ese cuerpo, el que vos y yo sabemos. Deseo, carcajadas compartidas sin ton ni son, pero carcajadas compartidas y sin fin. Deseo ver esa película que brinda la excusa para una intimidad de ternura. Deseo una conversación sobre cosas serias, sobre cosas no tan serias, sobre cosas pequeñas y sobre otras más trascendentes pero todas como una coreografía.
Deseo contemplar cada noche esa ternura infantil que aún duerme en ese rostro. Deseo esos momentos de juego infantil que permiten la gloria de sentirse niño un instante y con aroma de alegría. Deseo la pequeña gloria de ser aún ese héroe casero. Deseo esas comidas caseras que se hacen con lo que sobra, se cocinan en un santiamén, se comen saboreándolas y sirven para sumergirse en la sobremesa.
Deseo encontrar ese poema que hace vibrar y creer, por ello, resignarse a sólo plagiar versos, porque lo bello ya está dicho de manera exacta. Deseo, también no renunciar nunca a buscar el verso nuevo aunque sólo sea una nueva forma de decir lo ya dicho. Deseo leer ese libro que te atrapa y te seduce y te hace sumergirte en la imaginación que se va creando. Deseo visitar ese museo, con aquella pintura que aún me emociona. Deseo pensar que puedo recorrer con el tacto esa escultura que parece la perfección divina. Deseo hacer teatro, verlo, pensarlo y darse el lujo de soñar en personajes sin dejar de ser uno. Deseo encontrar esa música que le habla a la síntesis de los sentires.
Deseo encontrar ese regalo que tiene la síntesis de las sonrisas. Deseo el perfume de las flores que tienen aquel aroma. Deseo sorprenderme por ese gesto que se espera pero no se aguarda. Deseo la sorpresa que se cuela en lo cotidiano y se hace intimidad
compartida.
Deseo esa cama compartida con las delicias de la tranquilidad de la noche, que no se termina, sino se funde. Deseo ese orgasmo que deja sin aire y que necesita un poco del otro para respirar desde el alma. Deseo las “excusas” que se arman para que la ternura se exprese, sabiendo que no las necesita porque tiene las razones en su ser.
Deseo esa aventura que muestra el tono exacto de la felicidad. Deseo aquel viaje ya hecho pero nunca repetido. Deseo ese viaje nunca hecho y siempre deseado. Deseo esa búsqueda que no la inicié aún. Deseo ese baño de mar, con la luna en toda la piel.
Deseo aquel amanecer que te invita a soñar y ese atardecer que te ruega a amar. Deseo esa sonrisa fruto de un piropo bien armado y mejor recibido. Deseo esa desnudez que se comparte. Deseo ese beso que se hace efímeramente eterno. Deseo esa caminata que hace volar. Deseo ese delirio que te permite trabajar mejor.
Deseo ese deseo que hace sentir que estas vivo, entero, parao, disponible y dispuesto.
Y, por más, que no todo se consiga, quiero seguir deseando desear lo mismo cada día y cada vez, con igual intensidad inspiradora y creadora.

Si, definitivamente, el deseo es cosa de seres humanos.

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