viernes, enero 24, 2020

ATCG: bases para la diversidad



El ADN es la epopeya humana. De un lado, todos lo podemos entender esencialmente y, al mismo tiempo, es una fuente inagotable para el estudio científico. Hay 4 “bases nitrogenadas” que al combinarse dan la diversidad humana. Así esas cuatro letras parecen ser el universo de lo que nos hace diferentes, en los matices. Así que adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C) van en nuestro interior. Sin embargo, esa increíble posibilidad de la diversidad se restringe a los genes que vamos recibiendo. Somos parte de algo que nuestros antepasados tienen. Dicho brutalmente, la malformación genética nos priva de tener dos brazos, dos piernas y así cada detalle anatómico. Claro, las formas varían, los colores, las texturas y un montón de cosas internas. Pero la variación no es infinita.
Pero, genética probada, se agrega un factor más. Los seres humanos no quedamos en el laboratorio –real o el metafórico del vientre materno- salimos y, de allí, el fenotipo y la epigénetica le dan apertura a la diversidad que luego manifestamos. Ya no importa tanto si es ATGC o CGTA, importa lo que manifestamos –o no- y lo que los demás perciben. La diversidad humana más real, por ser más cotidiana debería aparecer con su majestuosidad. Así, la naturaleza se confronta con la cultura y genera lo que se puede. Pero por más que deseamos los materiales que nos componen culturalmente son finitos. Simbólicamente, diremos que también son 4 (¿), como las bases nitrogenadas: apego (A), tiempo (T), gusto (G) y Contexto (C). He respetado las letras de las bases nitrogenadas, pero, confieso, forzando un poco los términos y por ello precisa una explicación mejor.
Llamaremos (A) apego: a la tendencia humana que tenemos por sentir sentimientos, emociones y otros sentires en relación a las personas que nos rodean. Desde la neutralidad hasta el extremo opuesto los humanos generamos vínculos y, con ello, establecemos nombres para lo que nos impulsa. Por simplicidad lo unificamos, pero sabemos que aun para el famoso amor tan deseado no existe una sola forma de sentirlo, vivirlo y desearlo. Desde la teoría triangular del amor hasta la vivencia cotidiana que podemos tener. Cada uno lo sintetiza como puede, sin dudas.
Por su parte será para nosotros (T) tiempo los espacios donde se comparte con alguien con algún intercambio, desde lo superficial hasta lo profundo. Valga decir, aquí, que dentro del tiempo el espectro ideal sigue siendo para mí el momento, definido como un instante de intimidad compartida.
Gusto (G) vamos a definir como aquellos elementos que nos motivan particularmente. En esto está el deseo que conlleva una carga motora, la tentación que se liga al deseo y también a lo que funciona como aparente deseo, intereses, conveniencias y un largo etcétera que cosas que nos pasan frente a lo externo.
Finalmente, el contexto (C). Un elemento clave dado la característica innegable de cultura como estructurante, definidor y envolvente del ser humano, o sea, su verdadera naturaleza. No por hoy partimos de la idea central que el ser humano tiene una racionalidad contextual. En algunos casos con una lógica llana al alcance de todos y, en la mayoría de los casos, con una lógica que no siempre el otro logra comprender.
Lo que pretendo, con esta simplificación de la experiencia cotidiana del ser humano, es señalar que la diversidad surge no por lo infinito de los componentes sino por la sucesión infinita de componentes extremadamente finitos.
Esto nos convoca a una idea fuerte y crucial: la diversidad se basa sobre un hecho previo incontestable, innegable e ineludible: tenemos como seres humanos elementos comunes que nos asocian como especie. No existe ningún salto evolutivo entre nosotros. Somos iguales en tanto que especie. Si. Lo sabemos, como conjunto hemos librado una lucha ancestral para que esa igualdad no exista en el día a día. Como humanidad hemos bregado por la destrucción, humillación, desprecio del otro desde que hay memoria colectiva. Pero, valga como esperanzada realidad, también, desde siempre, hemos intentando combatir la cobardía, la destrucción y la imbecilidad que alentaba eso.
La diversidad es inevitablemente humana. Quizás comprender esto es lo que nos falta como seres humanos. Que el otro no solo tiene derecho a ser otro, sino que necesitamos que lo sea. Como siempre recordar que nosotros somos el otro también.

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