domingo, junio 27, 2021

Educación sexual integral

 

 El pasado jueves la UNESCO presentó el informe titulado “El camino hacia la educación integral en sexualidad”. Un documento técnico donde se muestra los avances en el mundo en esta materia. Está asociado a un documento publicado en el año 2018 y que se puede encontrar en la web –como todos los documentos de estos organismos- bajo el título “Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad Un enfoque basado en la evidencia”.

En medio de la pandemia que vivimos que implicaron múltiples urgencias sanitarias, económicas y sociales, que además no está superada, esta nueva presentación de la UNESCO creemos que vale la pena subrayar. Se me ocurren algunas razones que podemos compartir relacionadas con el valor que tiene la educación y la importancia que tiene la sexualidad en las personas y socialmente. También, que uno de los objetivos de la educación sexual integral es la erradicación de la violencia como una conducta, lamentablemente humana y bastante presente en esta pandemia, como también humanamente prevenible con esfuerzo y dedicación.

Pero quisiera señalar unos elementos a propósito de la educación sexual. En primer lugar, revindicar el lugar que tiene la educación. Es algo que la mayoría comparte en el sentido que la misma tiene un valor esencial y es uno de los pilares fundamentales para el caminar en el presente y construir aquí y ahora un futuro mejor. En este sentido es lógico pensar que la educación debe ser de calidad y que eso implica no sólo brindar información, sino que la misma sea la mejor posible, además que fomente el desarrollo de habilidades como pueden ser, por ejemplo, la de desarrollar el pensamiento crítico entre otros. Además, toda educación se asocia a valores que la sociedad considera que hay que sostener. En este sentido, nuestra sociedad apunta a la idea de Derechos Humanos como algo a insistir. Esto lo pensamos así, porque se puede reconocer, con claridad y convicción, que para pensar en educación nunca podemos obviar lo evidente, la integralidad como sustrato para pensar el hecho educativo.

Lo segundo a remarcar es la cuestión de la sexualidad que, en cualquier definición que se tome seriamente, es considerada, resaltada y marcada como parte importante de las personas. Porque, aun incluyendo lo genital, lo excede ampliamente. La sexualidad y, por lo tanto, la salud sexual tiene que ver con persona integralmente.

Esto vuelve al punto que nos parece esencial remarcar: la educación sexual integral no puede ser una opción ni arbitraria, ni aleatoria, ni improvisada. Nunca debiera haberlo sido, pero menos en el siglo XXI. La educación sexual integral es una urgencia que tenemos si pretendemos que nuestra sociedad crezca sin violencia, se expanda en la construcción positiva y tenga posibilidades ciertas de alcanzar con éxito los objetivos del desarrollo sostenible que las Naciones Unidas proponen que consigamos como mundo hasta el 2030.

Quizás, sea hora de reclamar, nuevamente y con mayor intensidad ese derecho que los educandos de nuestro país alcanzaron con la sanción en el año 2006 de la ley 26150: el derecho a recibir educación sexual integral en todo el territorio de la República Argentina. El futuro siempre es aquí y ahora donde comienza.

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