jueves, septiembre 01, 2022

Hablemos de placer

 

Este 4 de septiembre se celebra el día de la salud sexual. Esto está impulsado, desde el 2010, por la
Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS). Con este día se busca promover la conciencia, y generar acciones, tanto a nivel personal como de políticas sanitarias, educativas y sociales, para promocionar que la salud sexual sea considerada como un elemento axial para las personas y, por lo tanto, para la sociedad. Cada año se elige un slogan particular para generar esa conciencia, a través de diferentes actividades. El de este año es: Hablemos de placer. Eso se asocia con la Declaración sobre el Placer Sexual como un llamado a la acción que la Asociación mencionada impulsó en el 24 Congreso Mundial de Salud Sexual de la Ciudad de México.


En dicha declaración, en primer lugar, se define al placer sexual, diciendo que es “la satisfacción y disfrute físico y/o psicológico derivado de experiencias eróticas compartidas o solitarias, incluyendo pensamientos, fantasías, sueños, emociones y sentimientos”. Luego se subraya que son factores clave para que el placer contribuya a la salud y el bienestar sexual que existan “la autodeterminación, el consentimiento, la seguridad, la privacidad, la confianza y la capacidad de comunicarse y negociar relaciones sexuales”. Luego se expone claramente que “el placer sexual debe ejercerse dentro del contexto de los derechos sexuales, particularmente los derechos a la igualdad y la no discriminación, la autonomía y la integridad corporal, el derecho al más alto nivel posible de salud y libertad de expresión. Las experiencias de placer sexual humano son diversas y los derechos sexuales garantizan que el placer sea una experiencia positiva para todos los interesados y que no se obtenga al violar los derechos humanos y el bienestar de otras personas”.

Todo esto es algo que, seguramente, podemos entender fácilmente. Es más, ¿cómo estar en contra de
algo que promueva el consentimiento, la seguridad, la igualdad, la autonomía, la integridad de las personas, la no discriminación, la no-violencia? Sin embargo, lo sabemos, aun coincidiendo, todavía no hemos logrado que los derechos sexuales estén presentes siempre, ni que el placer sea una opción para todas las personas. Porque, lamentablemente, todavía vivimos en una sociedad donde se produce daño por la intolerancia, por la negación del otro, por la violencia, entre otras cosas.


Lo curioso es que podemos saber –por la propia experiencia- que el placer, aun siendo tan personal, cuando lo vivimos, nos genera, claramente, una mayor tranquilidad lo que repercute sobre los otros aspectos de la vida cotidiana. Podríamos decir, sin temor, que cuando disfrutamos –el placer implica eso- nos sentimos más tranquilos para el resto de las cosas. De alguna forma era la premisa simplista de “hacer el amor y no la guerra”.

Entonces, la pregunta sería ¿Cómo potenciarlo? Pues lo primero sería lo primero: darle alguna importancia de modo personal. El placer es uno de los recursos necesarios del ser humano, al alcance de las posibilidades, la mayor parte del tiempo y que podemos usufructuar con mayor o menos facilidad, canalizando nuestros deseos pero precisa que lo tengamos en cuenta y que lo busquemos.

Lo segundo, reconociéndolo. Es decir, saber lo que nos produce placer y lo que no lo produce. El conocimiento de nosotros mismos en el mayor grado posible es condición indispensable. Lo que incluye, en el caso de la vida sexual, tener nuestro propio mapa erótico. Lo tercero, comprender que el placer se comunica y también se lo procura, comunicando, una actividad que se aprende y se perfecciona. Lo cuarto, recordar que el placer se optimiza mucho cuando sigue un circuito, llamémosle, circular. Porque el otro siempre es importante (recordando siempre, que uno es el otro de alguien). Por ello, generar placer es una de las formas de crear espacios donde este se desarrolle más.

Simplificando, como una suerte de ecuación: el placer es siempre mejor cuando comprendemos que es un derecho que tenemos, que somos quien posee la mejor guía para mi placer y que comunicando –con cualquiera de las formas de hacerlo- siempre es necesario para conseguirlo. Lo obvio, pero no menos importante, que aun debemos señalar es que el placer se potencia cuando el consentimiento está presente. Es la forma que en el espacio del erotismo estemos tan presentes, de modo tan integral, que no haya forma que eso no nos lleve hacia el séptimo cielo. Simbólica y realmente. Quizás, de ese modo, las promesas del cielo puedan ser vividas en esta tierra, como dijo algún cantautor.

 

 

 

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