viernes, julio 28, 2006

Injusticias en el fútbol

España viene de ser eliminada por Francia en el mundial. La desazón y alegría se reparten en dosis bien desiguales. Los primeros se sumergen en la tristeza que parece no tener fin. Los segundos sienten que la alegría se apodera de ellos y el entusiasmo les abre el portal del futuro posible. Así es el fútbol de exultante y dramático. España favorita cae ante un rival que parecía que era el pato de la boda. Algo parece que no cierra. Los españoles sienten que las cosas no salieron como deberían haber sido.
Luego de la conferencia el técnico de España dice, tal vez motivado por esa sensación amarga de todos los hinchas de su equipo, que: “las injusticias no existen en el fútbol”[1]. Así en crudo, es decir con la primera impresión, uno piensa que es buena definición, es más muy acertada para así evitar agrandar las cosas. Es una definición como queriendo poner las cosas en su lugar. Pero después, pensándolo bien, lo cierto es que el “sabio de Hortelaza”, como se le conoce al técnico en cuestión, se equivoca feo en esta afirmación.
La injusticia es producto del ser humano. La naturaleza en su conjunto no logra llegar a esa instancia de elaboración cultural. Para que haya injusticias solo es necesario que haya seres humanos. La injusticia, como tantas situaciones, fenómenos o como quieran llamarlos, nacen, exclusivamente, de la inteligencia humana. El ser humano es quien, comete las injusticias, engendrándolas, a partir de sus percepciones, ambiciones, procura de poder, entre muchas otras cosas.
El fútbol, por ser humano, es susceptible de injusticias como cualquier actividad humana que reúna a seres humanos, donde aparece el interés en vencer, el poder en cualquiera de sus formas (dinero, fama, influencias, etc.), rivalidades varias, necesidad de justicia y todo eso.
Es verdad que, tal vez, uno tenga que pensar que perder un partido por una injusticia no es, en sentido estricto, una injusticia, ya que reservamos ese término para situaciones de desigualdad social y económica, tan presente en la actualidad y que son de contenido más fuerte para la vida, ya que conducen a la miseria, a la muerte, al hambre, al genocidio. En este razonamiento perder un partido de fútbol es algo sin importancia, una memez. Totalmente trivial sería, por consecuencia, hablar de injusticias en el fútbol. Quizás esto sea verdad, pero en realidad es equivocado en el fundamento esencial.
Las injusticias de cualquier tipo, en cualquier lugar, tienen siempre el mismo patrón, basado en la consigna siguiente: “me aprovecho del poder que dispongo para conseguir beneficios que otros no deben o no quiero que consigan”. Denunciar esto, en todo lugar, en cualquier momento, no es preocuparse por trivialidades es procurar que marcar las injusticias sea algo más que un acto heroico, sea una rutina de comportamiento. Tal vez allí lleguemos a adoptar algo bueno de nuestros ancestros, los animales, entre los cuales, por definición misma, no existen las injusticias.

E, Jueves, 29 de Junio de 2006
[1] http://www.elmundo.es/mundial/2006/2006/06/27/espana/1151442511.html

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