martes, agosto 01, 2006

Grito de poder

Es necesario gritar. Es la realidad terrible y lamentable del mundo que nos toca en suerte. Gritar o sucumbir. Gritar o someterse. No es cuestión de discutir sino de gritar más fuerte y pesado que el otro. Hacer esto sin dejarse abatir por la reacción, sea de cualquier tipo, de la otra persona. Ni siquiera dejar de hacerlo aunque sean reacciones sentimentales o emotivas. Lo único que importa es mostrar que contigo no se juega y allí, en este mundo, terminan todas las otras cuestiones.
Lo que importa es ser más fuerte. Fuerte en el sentido que te plazca, siempre y cuando no sea en el sentido ideal que pregonan los discursos pero nunca la realidad. Salvo en esas excepciones que son un grano de arena en la suma de los océanos. Ser más fuerte implica, en este mundo egoísta, estúpido, cruel y perverso, gritar con más fuerza que el otro. Monopolizar la razón imponiéndola con el solo argumento que da la fuerza.
La razón, esa cosilla que se presenta como el adelanto impenetrable del ser humano frente a los animales, es una burda formación manipulada por el esfuerzo de la fuerza. Nuevas razones siempre reemplazan a las anteriores y por ello, solo importa la fuerza de la imposición y no la verdad que puedan utilizar los argumentos.
Es verdad, siempre está la resistencia. Cada vez más vana, pues la fuerza ha comprendido que hasta la imposición más dura se puede hacer con los ropajes travestidos de la verdad y así hasta se puede matar en nombre de la ley, destruir en nombre del progreso y excluir bajo el designio de la integración. El poder ha logrado hacer de su lógica portentosa una arquitectura elocuente de la fuerza, donde se impone, sólo por utilizar la voz más fuerte o intensa (arriba los medios de comunicación que dejan, en nombre del bendito marketing, utilizar todo).
Tener razón se ha convertido en este mundo en tener la habilidad o la fuerza para mostrar la razón de la forma más imponente y, parece, que allí termina toda la historia. El resto, en este mundo, sólo son juegos de palabra para que, los peones que se mienten ideales, sean capaces de soportar mejor la cruda realidad de la violencia que se impone permanentemente con el grito, la fuerza de cualquier tipo y la manipulación.

Sábado, 29 de Julio de 2006

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