domingo, agosto 17, 2008

Confesión

Dios nunca hace nada. siempre hacen los hombres y las mujeres. Uno no se molesta por dios, se molesta por la actitud concreta de seres humanos que joden y hacen que todo sea dificil, con sus mezquindades, sus vicios, sus miedos, sus carencias, sus mentiras, sus farsas, sus hipocrecías, sus limitaciones no reconocidas.
Lo que hace la religión es crear un buen sistema de protección: la confesión. Le confieso a un tipo que nunca le hice daño el daño que hice a un tercero y si prometo no joderlo más y creo que no lo joderé más me da el perdón y a dar por culo. Buen sistema. Así, matar, herir, dañar, lastimar y abusar es muy fácil. sólo tengo que tener un tipo comprensivo que me crea que soy capaz de dejar de hacer, mágicamente, daño o quizás, y si es el pecado más intenso, dejar de omitir las cosas, disfrazandolas de ser "pacifico", " concilidador", " cauto" o alguna mierda más elaborada conceptualmente.
No es tan complicado. Después solo se consigue la paz en la medida que me lo crea, que acepte que esa confesión me da paz, tranquilidad y que mi promesa de no volver a hacerlo va a nacer simplemente de un acto de contricción elaborado según normas aceptadas como buenas. Así, sin nada más que el recitar palabras con un golpe bien medido en el pecho (esto como algo adicional, únicamente para entendidos) servirá para vencer el yugo de una personalidad que nos hace comportarnos de cierto modo que, en los casos confesados hace daño.

Así vamos por el mundo, desafiando nuestro propia posibilidad de avanzar en algo hacia la paz, la felicidad y el bien común. Eso si, vamos muy confesados.

30 de julio de 2008

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