sábado, febrero 11, 2012

Confieso que he amado



Neruda, el poeta que ha hecho pensar y emocionar al mundo, escribió “confieso que he vivido”.  Es una de las formas de decir lo único que vale la pena al pensar que la vida ya es casi pasado: confieso que he amado. Si, sin dudas, que nuestra vida en este mundo tiene que estar signada por el amor. Ese sentimiento que todos y todas pensamos que tiene un valor esencial y que, sin embargo, no sabemos definir con claridad. Pero también, lo señalemos, todos y todas lo experimentamos de alguna forma y creemos en él como algo que nos atraviesa varias veces en la vida. Si, sé que existen algunos que son reacios a ello, reaccionarios y hasta refractarios. Pero es, el amor, una evidencia omnipresente pero invisible. Lo describimos con palabras (por eso viene tan bien la poesía), lo desarrollamos con gestos (por eso viene tan bien el contacto), lo sufrimos con las lágrimas y el silencio (por eso la indiferencia es tan cruel).
Confieso que he amado (y que me han amado, valga decirlo). Es más que una declaración de fe. Es la experiencia masiva de haber realizado una vida donde hemos experimentado la fragilidad esencial en la intimidad, la pasión traslucida en la ternura, el compromiso ante la felicidad de otro/otra. Confieso que he amado es, también, la demostración de nuestra humanidad, de la creencia real que hemos pretendido lo mejor para alguien, es la convicción de la felicidad de alguien como brújula, es la intención de maquillar nuestras torpezas con los gestos posibles. Es la posibilidad cierta de sentir que aún podemos, a pesar de nuestros inevitables defectos y nuestros seguros errores.
Confieso que he amado, porque también confieso que amo y prometo que amaré. Efectivamente porque no es una idea de algo que termina. “Confieso que he amado” es un presente continuo. Es como una invocación para invitar a que procuremos que eso sea una constante que atraviese nuestra vida. Confieso que he amado es más que una descripción de lo pasado, es la sensación de saber que la vida sólo es presente y por eso vale en esta noción de algo que se renueva. Es así que, quizás, no tengamos otra opción y estemos condenados a sentirnos plenos. Reconocer que amamos, no es pasado, es el compromiso que aún podemos hacerlo, de tantas maneras pero siempre con el mismo fin, hacer que quien es amado esté un poco más vivo, un poco más feliz. Esté donde esté.

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