viernes, febrero 17, 2012

Osar



Osar. Hay en esta palabra dos nociones antagónicas. De un lado, el desafío personal y del otro lado, una intención brutal de homogenizar al otro. En el primer caso cuando la intención de la osadía nace de uno. En la segunda cuando reclamamos al otro que haga lo que nosotros creemos que sería osado. Esto incluye el querer poner como parámetro lo que uno cree, siente, evalúa.
Osar implica hacer algo que parece peligroso, terrible para la consideración general. Algo que rompe los moldes, que transgrede las normas que, para el caso, impiden algo que es valorado como importante para quien “osará”. Osar implica, o tiene perfume, el desafiar el orden establecido. Enfrentar las reglas que impiden algo que es lo necesario, en ese momento. Osar es arremeter contra quienes quieren imponer una visión y que no nos dejan llegar a lo preciado. Osar, es vivir diferente. Son ideas de ser osado. La percepción de osadía como sinónimo de ser uno mismo.
Pero, osar es también ser el salmón. Nadar contra la corriente del tiempo. Ir donde uno cree que debe ir, a pesar de los demás, de los “instintos”, de la masa o de los intelectuales. Ir contra esa corriente, aunque esto implica, -¡Oh, grandiosa humanidad!- el equivocarse de plano.
Osar implicaría ser capaz de ir también en contra de su propia soberbia de pensarse infalible; osar es reconocer la culpa, el error, el desatino, la pérdida. Pero no ante todos, sino antes los que se merecen el reconocimiento. No digo Dios. Esto es cosa de humanos y además, según dicen, el es omnisciente y sabe si la jodimos y si nos arrepentimos realmente. Así que dejemos eso para otra historia.
Osar a ser uno, a buscar esa identidad. A desafiar su propio razonamiento. A ver el horizonte y redescubrir colores, sentidos y valores. Osar a lo desconocido y, frente a lo conocido osar a volver a verlo y a descubrirlo. Osar a ser quien hace lo distinto, lo necesario, lo justo, lo adecuado aunque sea lo convencional, si amerita hacerlo. Osar a sacrificar algo por quienes son frágiles en un momento. No es ser héroe. Es intentar hacer lo necesario por la felicidad de quienes crees importantes, aún contra lo que puede pensarse que es lo bueno sólo para tí. Es pensar un poco en quienes nos rodean y que merecen un poco más. Pero osar es también pensar en uno. Eso sí, nunca el olvidarse que uno tiene que formar parte de sus decisiones, aunque esas decisiones no siempre sean las mejores.
“Gracias a la vida”, esa canción de Violeta Parra, inmortalizada en la voz de Mercedes Sosa, habla de eso. Uno agradece a la vida cuando se ha comprometido con esa idea de ir por el mundo (¡nómade soy!), encontrando a las personas del modo que uno puede. Sabiendo que, muchas de ellas, nos permitirán el avanzar mejor, el ser más felices. El superar las adversidades. En ese camino, osaremos amar (Ojalá). Amar que implicará siempre renunciar a algo. Ojalá siempre lo hagamos osando ofrecer lo que consideramos lo mejor para el/la amada.

Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...