jueves, febrero 09, 2012

Los textos, las palabras, lo importante




“Queda prohibido” de Neruda, “Instantes” de Borges, “La Marioneta” de García Márquez, son algunas de las obras que, aprovechando la magia de internet, circulan desde hace años. Los tres textos tienen dos características específicas. La primera que apelan a lo que se debería hacer; son como una invitación directa a vivir lo mejor que tenemos. La segunda, que ninguno de los escritores citados fueron sus autores. La primera es de Alfredo Cuervo Barrero, el segundo de Nadine Stair o a Don Herold (hay controversia en este caso) y el tercero, del ventrílocuo mexicano Johnny Welch.
Los tres poemas apelan a la sensibilidad que está a flor de piel y para ello se basan sobre un factor humano esencial: la muerte. Al presentarla como inminente, aparece el lamento o la exigencia sobre lo vivido y surge el mensaje sobre la necesidad de repensar la vida y lo que uno debería haber hecho para ser feliz, (en el caso de instantes y la marioneta) y a buscar la honestidad personal (en el atribuido a Neruda) como el camino esencial a la felicidad cuando el fin se aproxima (idea que está presente en temas musicales tan conocidos como My Way o Je ne regrette rien).
Esos mensajes que resumí que, citando a García Márquez –cuando se refirió a ese texto atribuido a él-, son “cursis”, los textos tocan alguna sensibilidad en las personas. Apelan a ideas que son universales. Ideas que estos arduos trabajadores de las palabras, de los sentidos y de las imágenes escribieron, de alguna forma y, sobre todo, de otra manera. Si, escribieron, por eso son grandes escritores de modo más refinado, más sugestivo, más elaborado. Viene a mi memoria, por ejemplo, el poema de “Remordimiento” que efectivamente escribió Borges.
Entonces, ¿Por qué atribuir a esos autores lo que uno quiere decir? Porque es más fácil.  Así de simple. Es más fácil poner nuestras palabras en boca de personas que aparecen como irreprochables, aunque sea en su escritura. Pensamos que así el mensaje toma el valor que deberían tener. Eso lo hacemos muchos aprovechando que son lectores, algunos los citamos literalmente, otros lo plagian aprovechando que el público no siempre es gran lector.
Lo cierto que todo ser humano tiene la capacidad de decir algo que sea lo suficientemente elocuente, adecuado y necesario para que la idea, aún repetida, toque el sentimiento en otras personas y pueda, con ello, despertar el entusiasmo que empuja a la felicidad. Por ello no hesitemos en intentar decir, con nuestras palabras, lo que sentimos, aunque ya esté dicho, aunque ya esté escrito. De ese modo seguiremos recreando ese instante fugaz en que la inspiración y el trabajo es capaz de gobernar el espíritu y producir esos pequeños cambios que transforman la utopía en horizonte.

Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...