miércoles, julio 30, 2014

París

He crecido con el mito de esa ciudad. He sentido el encanto de su leyenda. Pocos lugares como esa ciudad –en ocasiones ese nombre de ciudad solamente- tiene la capacidad de cautivar más allá de lo racional. De ese modo las expectativas son inmensas aún antes de llegar a ella  (no por nada existe el “síndrome de París” generado por la decepción profunda y psico-somática).
En definitiva es como con las personas, o con algunas. Sobre todo cuando el amor o lo que llamamos así está en el medio. Nos creamos expectativas sobre lo que vamos a encontrar y sobre ella fundamos lo que queremos ver, lo inundamos de “lugares comunes” y con ello nos enfrentamos a la realidad.
Y, como París, nos puede producir desilusión, decepción o lo contrario seducirnos con su evidente belleza, encantarnos con su sabor a legenda, hipnotizarnos con el mito de todos sus contenidos y nada más. O, hacer todo eso o nada pero ofrecernos la simple libertad que permite recorrerla con nuestras propias decisiones. Con nuestro intercambio personal. Donde dejamos fluir y fluimos y así, de ese modo, nos dejamos encontrar por la magia, por la realidad y tejemos esos vínculos que nos hacen crecer.

Si, París, permite la metáfora. Por eso, “siempre nos quedará París".

Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...