miércoles, febrero 11, 2015

El tacto

Leo una columna sobre el erotismo virtual. En ella se cita a otro columnista de Boston, Richard Kearney con su editorial “Losing our touch”. En definitiva me quedo con la idea de la importancia del tacto. Pienso en el tacto como caricia. Esa que nos permite desde la inocente caricia que muestra el cariño maternal hasta aquella que nos muestra la satisfacción del encuentro amado. Pero si pongo como extremos estos dos no quiero hacer economizar en la cantidad de caricias que podemos generar. Si uno piensa un momento seguramente encuentra muchas caricias realizadas y hasta puede identificar en ellas, una variedad de sentido, expresiones, deseos, sentimientos, intenciones.
La caricia, la artesanía del tacto, es mucho más que un gesto. Siempre es un vocabulario expresando, tal vez, la idea más simple y compleja de la humanidad: el otro no sólo existe sino que nos permite la existencia.

He sostenido varias veces que es el momento el tiempo que mide nuestra humanidad. El momento como intimidad compartida con el otro, profunda o circunstancial. Ese momento, seguramente, se puede medir en la capacidad que tenemos de ofrecer y recibir una caricia, no como otra cosa que como el gesto que nos hace transitar la distancia infinita y necesaria con el otro y, al hacerlo, nos permite la mágica posibilidad efímera, pero, quizás constante, de saber que siempre el otro puede estar cerca.



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