martes, noviembre 17, 2020

Un cumple

 De repente una pausa. Como para ver lo que hay detrás. No hay forma de ordenar los recuerdos, de pensar rápida y claramente en todo lo que nos permitió llegar hasta aquí y lo que nos impidió, aunque no lo consiguieran. La vida son tantas cosas que o se resumen en “logros y fracasos”, como para decir alguna cosa o se saborea con lo vivido que fluye de diferentes formas. Además, como pensar, si todo sigue, que de ello todavía nos impulsará a buscar otras cosas y cincelar nuevos recuerdos y que será lo que intentaremos, esperando con suerte, esquivar en la próxima vez que esas mismas “piedras” aparezcan.

Pero, si bien no se puede ver todo, la vida en cierto momento, son un manojo de historias que tienen el valor exacto que uno le da, sabiendo que no será justo sino simplemente emotivo. Tantos recuerdos insignificantes que forjan el cotidiano no se puede enumerar sin caer en aquel mapa de Borges que eran tan igual al territorio que era infinito. Así que contar una vida con detalles sería eterno.

Así que vamos por los mojones que andan por allí y que sólo vamos a recordar unos cuantos porque estamos en esta onda. Una vida siempre conlleva un primer amor, una primera sonrisa cómplice, un primer beso deseado, un primer sexo maquillado en romance, una primera lágrima, sentida en la piel, una primera desnudez vestida de amor. Pero luego, todo con nuevos tonos, sentidos o vivencias, pero todo allí.

También podemos anotar un baile obligado, uno deseado, uno sentido, uno divertido. Una canción que ansiamos, una que nos dio lágrimas, una que permite el presente continuo. Una poesía que dice, una poesía que habla, una poesía que se envidia, una poesía que se escribe, una que se lee y una que se desea vivir. Un beso que resume ternura, uno que se sueña tantas veces, uno que se sabe el primero, uno que se sabe el eterno, uno que se sabe presente, uno que se necesita y uno que se desea repetir mil veces más aún. Muchas conversaciones de esas personas que comparten momentos en una historia de andares y estares. Esas personas por las que uno se preocupa y “soporta” que es una preocupación, porque esa sensación humana de preocuparnos viene incluida en el saber, sentir y vivir con la verdad que hay alguien importante para uno.

La lista puede ser tan largo como hemos vivido, pero lo que importa, no es tanto la lista que nos permite sentirnos de pie aquí y ahora y evocar lo que bueno que hay en lo vivido, en lo compartido, en lo sentido, en todo lo que nos toca.

Siempre y, sobre todo, las personas, porque no hay forma de vivir que si no es porque hay otros que importan: mi hijo, mi madre y mi familia, mis amigos, mis amigas, mis amores, mis amantes, los que no están, mis estímulos, mis metáforas, mis desvaríos, mis inciertas certezas que cobijo entre líneas.

Pero la vida es, sobre todo, lo que viene. Lo vivido nos da calma e inquietud, certezas y dudas, delicadezas y lo áspero, soluciones y problemas, remansos y tormentas. Un poco de todo y mucho de nada, pero con tanto valor que uno sabe que la vida no es otra cosa que ese andar que hacemos desde que alguien decidió darnos la vida hasta que el camino se termine. En el medio a hacerlo de la mejor manera que uno puede. Así que nuevamente, por más momentos, en el aquí y ahora, donde la vida no se cuenta, se vive.

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