domingo, septiembre 17, 2023

Homenaje al dr. Adrian Sapetti

 En el año 2012 quise publicar un libro Lo armé, lo completé y le pedí a un colega muy reconocido que escribiera un prólogo. El, generosamente lo hizo y el mismo es en sí mismo un texto de maravillas. Al final, ese libro, “Notas sexuales”, no pudo conseguí editar. Sin embargo, ese prólogo lo atesoro.

Hoy, ese colega ya no está con nosotros y me parecía justo rendirle un homenaje publicándolo. Pero también es una forma de recordar la generosidad que tuvo (que a veces nos escasea), la delicadeza en la escritura (que no es tan presente) y el gesto de hacerlo, una forma de mostrar el cariño con quien uno se encuentra en la vida.

Vaya este homenaje al Señor Doctor Adrián Sapetti, con el recuerdo de su persona, con el orgullo de haberlo tratado y con esa tristeza de saber que no está. Ese posible libro empezaba con estas palabras que creo que calzan justo

 

Para los que desean, porque se mueven

Para los que gozan, porque entregan

Para los que se relacionan, porque aprenden

Para los que aman, porque trascienden

 

 

Y… para aquellas, que saben y que sé

 

San miguel de Tucumán, 17/9/2023, dia del profesor

 

Dr. Francisco Viola, un colega

Presentación del Dr. Adrian Sapetti

 

“Y así comprendí que, en realidad, nos habían dado el pecho no sólo para alimentarnos, sino también para aliviar los temores de la infancia."

 

Philip Roth

 

“Perseo usaba un gorro mágico de modo que los monstruos que cazaba no pudiesen verlo. Nosotros bajamos ese gorro mágico sobre nuestros propios ojos y oídos a fin de negar que haya monstruos".

 

Karl Marx

 

Fue durante un Congreso de Sexología en Cuzco, Perú. El soroche (apunamiento) había hecho trizas conmigo y no pude estar en la presidencia de una mesa. Hasta que me dieron oxígeno y parecí revivir. Entonces fui a dar una presentación, sobre un tema sexual, cuya sala correspondiente estaba… ¡¡dentro de una Capilla!! El coordinador era Francisco Viola. Y debo reconocer que yo me sentía incómodo e inhibido de tener que hablar de lo positivo del sexo en una iglesia, mientras imaginaba que los Santos, desde las paredes, nos miraban azorados. Con Francisco hubo una rápida empatía.

 

Muchas veces me dicen: ¡otro libro de sexualidad! ¡Basta con la educación sexual! Entonces me remonto a un tiempo lejano de mi vida. El recuerdo que se me impone es un diálogo con mi padre, siendo yo muy niño. Fue más o menos con estas palabras que la distancia y los años pueden haber distorsionado:

 

Adrián niño: -¿papá, qué es el ombligo, para qué sirve?

Mi padre: -es un lugar por donde respiramos cuando somos chicos.

 

A pesar que él había omitido, deformado o camuflado la situación, le creí al pie de la letra. Mi padre era el que sabía, el que me contaba los cuentos y me enseñaba los secretos de la vida.

Con los años creí descubrir qué cosa era el famoso ombligo y pensé que mi viejo no sabía nada o era un mentiroso, o las dos cosas. Luego no le pregunté nunca más. Después de todo: qué podía haberme contestado, si él casi tampoco sabía las respuestas.

Mi madre también dijo las suyas, no voy a contar en detalles sus relatos sobre la cigüeña, la sandía dentro de la panza, los peligros de la masturbación y otras mitologías sobre el misterio del sexo y la gestación.

Este libro de Francisco se da contra la sabiduría popular generadora de falsas creencias y describe los distintos tópicos –no sólo sexogenitales sino que nos habla de música y canciones, del amor y la intimidad, entre una exhaustiva lista de temas que no nos dejan indiferentes- con una claridad expositiva y contundencia teórica propias de un investigador tan sólido y riguroso como él es. ¡Lástima que no esté mi padre para leerlo!

Lejos quedaron los cuentos del ombligo y las noches en las esquinas del barrio donde contábamos grandes fábulas sexuales, donde soñábamos con subirles las polleras a las chicas de Colegiales, mientras escondíamos nuestras verdaderas prácticas eróticas -hoy llamadas autoestimulaciones- hechas furtivamente debajo de las sábanas y en los baños de nuestras casas, ante los pedidos reiterados de nuestros padres, mientras golpeaban la puerta y gritaban: “nene, salí… ¿estás poniendo el huevo?”.

Y luego empezamos con los viajes a San Fernando, a la isla Maciel en bote, algunos más pudientes a los prostíbulos uruguayos. O la llegada de una mujer paga con todo un grupo de muchachos que querían verle “la cara a dios”, en algún departamento desocupado que conseguía la barra. Las fotos de mujeres desnudas, las viejas películas pornográficas en blanco y negro, algunas sin sonido, proyectadas en una pared de alguna casa –imaginábamos más que veíamos- todos en grupo aprovechando la ausencia paterna.

Y vinieron las novias, el ruego desesperado: “te dejás”, los miedos de confesionarios, el pecado venial, las flaquezas y las tentaciones de la débil y atormentada carne; aunque habiendo leído a Oscar Wilde, bien sabíamos que la mejor manera de evitar la tentación era caer en ella, total ibas el domingo, te confesabas y salías puro de nuevo…

Nos fuimos recibiendo, mudando, casando, teniendo hijos… pero de sexo sabíamos poco…

Llegaron los golpes militares, etapa negra de nuestra historia, y con los muertos y desaparecidos, llegaron las prohibiciones y censuras: era lógico que prohibieran “El principito” (¡también a quién se le ocurría pensar que lo esencial era invisible para los ojos!), “La pimpinela escarlata”, “El misterio de la mascara roja”, “La roja insignia del coraje” (novela sobre la guerra de Secesión norteamericana), los Films que el censor de turno prohibía o cortaba según su perturbado criterio, las matemáticas modernas –con las subversivas teorías de los grupos y los conjuntos-, ¡el tango Cambalache!

He pensado muchas veces en la expresión de algunos de mis pacientes cuando profesoralmente yo les decía: ”porque la erección (alguno de ellos la llaman “erepción”), el coito.... el pene, el endotelio y la tumescencia, el ON y el orgasmo, la vulva y la fellatio...”, cuando ellos me estaban hablando de que “se me durmió el bicho... cada vez funciono peor o no puedo acabar por nada del mundo... el pibe no me responde....” y cosas por el estilo, tan gráficas y descriptivas.

¿Pero qué nos dice este libro de Francisco Viola?

  • ¿Entonces la infidelidad existió siempre?
  • ¿Que el orgasmo clitoridiano no es de frígidas?
  • ¿Que el tamaño no importa?
  • ¿Que el sexo no es pecado ni es malo?
  • ¿Que un transexual puede tener hijos?
  • ¿Que los inocentes niños tienen sexualidad?, “¡¡palabra engañosa en manos de sexólogos, psicólogos y educadores sexuales!!”, dice algún dinosaurio. “He leído por allí la palabra excitación…”
  • ¿Hablarles a nuestras jóvenes vírgenes de anticonceptivos? ¿Promoviendo un sexo no procreante, envuelto en los vahos azufrados de la tentación satánica?
  • ¿Qué la celotipia encubre un grado de violencia? (que lo digan si no el Rey Leontes y Otelo, ambos personajes de Shakespeare)…
  • Podría hacer una lista interminable de los temas, pero mejor... leerlos.

 

Decididamente este libro cuestiona la educación sacrosanta que nos dieron nuestros padres (de la familia, de la patria, de la iglesia). Nos hace saber que el sexo es placer, insinuando de una manera sutil y cristalina, que las creencias de nuestros mayores estaban por lo menos… ¿erradas?

Decididamente no lean este libro:

  • Los machistas
  • Los dinosaurios y retrógrados
  • Los que se las saben todas
  • Las ligas de madres de familia
  • Los de tradición, familia y propiedad
  • Los “cuidemos la mente de nuestros niños”
  • Los homofóbicos
  • Aquellos para los que “el sexo es malo, es pecado fuera de la ley del matrimonio”
  • Aquellos para los que “la educación sexual es promiscuidad, incita a los jóvenes y a los niños, ¡sí a los niños!, a un sexo desenfrenado y precoz”.

 En cambio, “Notas sexuales”, sí es para todos los otros, varones y mujeres de buena voluntad, con ansias de saber, de aprender y disfrutar del Eros, para aquellos que acuerdan con Walt Whitman –citado también por Francisco-: “Acaríciame, acaríciame con la palma de la mano cuando yo paso, no tengas miedo de mi cuerpo. Estas cosas no son sólo los poemas del cuerpo sino también del alma. Afirmo que son el alma”. A todos ellos, con esperanza y fe, con fervor y entusiasmo, les recomiendo el libro “Notas sexuales”, de Francisco Viola, que nos permite “poder bajar ese gorro mágico a fin de negar que haya monstruos”.

Por el placer de leerlo, de aprender junto a él, por el honor de escribir estas simples palabras, le agradezco al autor de todo corazón.

 

Dr. Adrián Sapetti, agosto de 2012

 

1 comentario:

  1. muy linda la publicación de este prólogo, un super homenaje a adrian sapetti y un direccionamiento a tu labor

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