miércoles, julio 31, 2024

Amar

 Amamos como podemos, ni siguiera como soñamos o aprendimos. Porque soñamos amar como el verbo, que alguna vez leímos, nos dice: pleno de virtudes y casi sin defectos. Pero, muchas veces, o sea, generalmente, sólo lo hacemos como la carne consigue. En el medio acertamos y nos equivocamos con la obvia realidad de lo humano, lo que es normal y saludable. Equivocarse nunca es debería ser un problema, si somos capaces de comprender el error, no hacerlo con intención de daño y procurar repararlo cuando tomamos conciencia.

Es decir, amamos en nuestra mente evocando poesías, escritos, melodías y sueños. Pero amamos en la vida hilvanando gestos, silencios, palabras, miedos, confianzas, entrega, disponibilidad, ambiciones, capacidades, emociones, límites y todo lo demás que nos configura y que aprendimos, no siempre de la mejor manera.


Amamos como somos y lo intentamos decir, aunque no siempre, porque muchas veces somos analfabetos emocionales. Por eso, expresamos los sentimientos con los recursos que tenemos, los que manejamos o aquellos que creemos que dan la talla. A veces, -maravillosa coincidencia- nos escuchan con esas mismas intenciones. Así, en ocasiones, lo que expresamos nos traducen casi a la perfección eso que procuramos decir y, mágicamente, nos responden con la certeza de entender. Otras, quizás no conseguimos eso, porque, al fin y al cabo, en las emociones, sólo somos habitantes de una torre de babel donde subimos y bajamos procurando deshacer laberintos y no otra cosa. De un modo u otro vamos por la vida con ese intento. ¡Loado sea este peregrinar!

Amamos y nos aman (¡Ojalá!) A veces, eso dura esa pequeña eternidad que llamamos vida.
Otras, simplemente nos equivocamos y pernoctamos en pequeñas atajos de los caminos principales. Pero siempre valga la intención y el intento, porque la humanidad toda lo necesita.

Amamos con lo que tenemos y, sobre todo, con lo que somos capaces de hacer con eso. Que nunca es toda nuestra capacidad, porque la vida es compleja y el encuentro es alquimia. Amamos con equivocaciones, con desatinos, con la amplitud que alcanzamos para ver más allá de nuestras narices y pensar lo que puede venir pero también con esas cegueras y fragilidades inscriptas en lo cotidiano.

Amamos, vaya que sí. No habría humanidad sin ello. Lo hacemos acertando y equivocándonos. Amamos renunciando al amor, en ocasiones; amamos procurándolo de forma adictiva. Amamos encontrándolo  por una supuesta jugada del azar. Pero sea como sea, importa que estemos avanzando y al hacerlo estamos dispuestos a ello.

Amamos, porque estamos hechos de todo lo necesario para que esa empresa funcione, aunque fracase tantas veces en tantas personas. Tenemos cuerpo que nos habla de encuentros, tenemos emociones que nos habla de necesidades y sensibilidad, tenemos una soledad imposible que procura desde toda la eternidad y por siempre a otro constantemente.

Amamos porque somos humanos. Amamos aunque, a veces, nos duela; aunque nos fragilice, aunque no tenga el eco que buscamos. Lo hacemos porque sabemos, en definitiva, es nuestro sino. 

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