Ahora bien,
si creemos a los mensajes que hay por doquier, a las publicaciones y enunciados
públicos esa consigna del sexo es tan bueno que todos deben y quieren practicarlo,
suena lógico. Pero, lo cierto, es que las estadísticas muestran que no sólo no
es así, sino que en la actualidad se tiene menos sexo que antes. O sea, se
habla más (se muestra más, “se sextea”),
pero se tiene menos actividades sexuales en esta época. Esto es un tema que
inquieta a los investigadores.
Dentro de los que no tienen sexo, nos centralicemos en quienes tienen pareja. Porque esa unidad social es importante para la sociedad. Una pareja que aprovecha los recursos (incluido el sexo) para estar bien es un valor para la sociedad. Todos los sabemos. Una pareja feliz (seamos repetitivos: eso incluye el sexo disfrutado) trasmite, de algún modo, sensaciones positivas al grupo donde convive. Por lo contrario, cuando una pareja no tiene sexo, cuando lo quieren, puede causar un estrés significativo. Una aclaración importante: es normal que las parejas tengan diferentes deseos sexuales en diferentes momentos y esta discrepancia puede ocurrir por muchas razones y se podría resolver si se abordan con comprensión y comunicación abierta. O sea, no es necesariamente un problema que nuestros deseos no coincidan, en ocasiones, porque tenemos posibilidades de resolverlo si queremos.
resignamos o hay algo que se puede hacer? Si bien hay muchas parejas que optan por lo primero, lo que es importante tener en claro es que si se puede hacer algo para resolver el problema. Para eso debemos comprender que el sexo es una actividad que le permite a la pareja crear universos de crecimiento personal y conjunto. No es obligatorio, ni el único, pero vaya que si es una opción que no deberíamos privarnos si es posible.
En primer
lugar, debemos ver si hay razones de salud: que incluye cuestiones orgánicas (siempre
un chequeo integral es importante), como también de estilos de vida que nos
afectan: dormir mal, mala gestión del tiempo, estrés laboral, mala dieta, falta
de ejercicio, por citar los más importantes.
En relación
a la vida de pareja, la Sociedad Internacional de Medicina Sexual señala unos
cuantos puntos que debemos tener en cuenta. Lo bueno de estos puntos que si los
cultivamos desde el inicio tendremos no sólo menos problemas como pareja no
solo para el sexo, sino para la vida compartida. Lo primero es clave: una comunicación abierta y compasiva: que no es más que poder hablar del sexo
como algo real, necesario y sin vergüenzas prestadas o impuestas. De a poco y
con la intención de sentir que esa actividad forma para de la vida compartida.
Lo segundo, es vital explorar el compromiso y la intimidad no sexual: una
pareja que comparte actividades no sexuales pero placenteras está mejor
posicionada. También incluye el dar espacio a la otra persona. Una pareja saludable
siempre tiene lo compartido y lo que cada persona hace. Nunca son una sola persona,
son dos personas independientes que logran construir espacios conjuntos. Lo
tercero es abordar los problemas subyacentes. No se convive en la perfección,
se construye instancias de respeto, tolerancia, diálogo y creatividad que se
conjugan mejor en el desarrollo de la noción de intimidad. Lo siguiente, es establecer
expectativas realistas: creadas a partir del diálogo franco, el respeto
elocuente, la disposición creativa, la autoestima defendida y el
autoconocimiento permanente.
La vida en la pareja siempre es más
que sexo, pero el sexo positivo, disfrutado, compartido y creativo es uno de
los recursos para facilitar que la vida en pareja sea lo que siempre deseamos:
un espacio de paz, diálogo, sentimiento y trabajo para estar cada día mejor.