Entre los múltiples problemas relacionados con la sexualidad que existen, el del uso de la
pornografía en adolescentes ocupa una gran preocupación. A diferencia de otras épocas, casi la totalidad de las personas tienen acceso a un celular y a internet. Con ambos recursos acceder a la pornografía es, prácticamente, “cosa juzgada”. La tentación, la facilidad y el acceso casi en soledad garantizan el camino. Recordemos que “la pornografía es un material de contenido sexual explícito que tiene la función de provocar excitación sexual en la persona que lo consume. Ahora bien, ese material siempre es una simplificación de la vida sexual, reducida a un encuadre genital con exageraciones y sin conexión con la realidad de la persona. O sea, es una falsa ilusión que se muestra como verdad. El problema es que un 87% de hombres consultados y un 42% de las mujeres creen que el porno es fiel a la sexualidad. Además, en el porno se eliminan las emociones, las circunstancias, los sentimientos al ser una imagen plana y creada. Si uno no comprende eso puede llegar a creer esa ilusión que se vende y, con ello, imaginarse que la vida real debe ser eso. Esa fantasía expuesta como verdad genera imágenes mentales –eso son los estereotipos- que se presentan como una ambición. Pero al ser ficción no es posible tenerlo y eso puede generar frustración, entre otras cosas. Remarquemos que los estereotipos afectan a cualquier persona, sólo que los adolescentes están en el periodo vital donde están construyendo su identidad, su noción de realidad y su autoestima. Es por eso que decimos que la pornografía los afecta más.
Los estudios indican que la pornografía puede aumentar la ansiedad y altera la capacidad para gestionar las emociones. Esos dos efectos ya están a la base de otros problemas, particularmente presentes en los adolescentes: altera el rendimiento cognitivo, afecta el sueño, deteriorar la capacidad de atención y memoria, lo que traerá como consecuencia empeoramiento de lo académico, lo social y lo relacional.
Señalemos que el porno es una simplificación,
un recorte de la realidad, donde los personajes deben jugar un papel plano. Por
más que hay porno de todo tipo, en general, los papeles que hay están basados
en un sexo coital, que sólo persigue el placer casi animal, con una
cosificación de las personas, con modelos de cuerpo para ser exhibidos, donde
todo funciona como máquinas y donde la aceptación (el consentimiento) no está
considerado. Una simplificación que sólo busca exhibir genitales en
funcionamiento. Además, con las formas de filmar se alteran los tamaños y la
resistencia sexual de los personajes. Básicamente se muestra como normal una
ficción y en la misma se exponen personas como objetos y las formas de actividad
sexual de un modo exagerado. El porno es una industria que existe y existirá.
La cuestión es comprender que hay algo como las películas de superhéroes, para
poder verlas hay que saber que son ficciones y que la vida real es una
construcción que nos debemos.
No pretendo ser moralista, cada
adulto es responsable de sus propias conductas, sólo es necesario tener
herramientas que eviten el daño, una autoestima ya construid y, sobre todo, la
conciencia de la centralidad del consentimiento, de la no violencia y de lo
importante de una buena salud sexual. ¿cómo damos eso a quienes no lo tienen?,
sería la pregunta clave: la estrategia largamente probada es la aplicación de
la ley 26150 que crea el programa Nacional de Educación Sexual Integral. La
ESI, como se la conoce, es la verdadera estrategia. La UNESCO ha expuesto este
tema en varias publicaciones y ha señalado que una educación sexual integral
eficaz es realmente la forma de promover y generar una salud sexual saludable.
Una educación sexual integral, recordemos que ofrece conocimiento científico acorde, desarrolla habilidades comunicacionales, sociales y de gestión de conflictos y estimula valores universales, (Derechos Humanos). Una buena educación sexual siempre es sistemática. Esto es clave. Pues bien, si vemos el problema es hora de utilizar la solución más probada y fundada: por esto, también podemos exigir: Educación Sexual Integral ¿YA!
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