viernes, enero 06, 2012

Pudor


El ser humano “secreta” pudor. Una de las condiciones de nuestra especie. Tenemos una noción de ello, generalmente. Algunos y algunas pasan de ella, es verdad. El diccionario español define a éste como Honestidad, modestia, recato. Pero el diccionario, si incursionamos en él en este caso no nos habla mucho de esa noción que tiene que ver con lo sexual, según lo que todos y todas vamos entendiendo cuando afirmamos: tiene pudor.  La palabra honesta y recato empujan para una noción moral.
Veamos el pudor como una clave de nuestra sexualidad. El pudor es necesario. Juguemos más fuerte: digamos que es esencial, fundamental, imprescindible. Es más afirmemos sin temor que una buena educación sexual integral debe apuntalar, desarrollar y potenciar el pudor de las personas.
Esto, que vengo de afirmar, conlleva dos premisas que considero innegociables. La primera que la sexualidad es mucho más que sexo –no sólo en las palabras sino en los hechos- y, la segunda que toda buena educación sexual integral ofrece al educando todas las herramientas –conocimientos, habilidades y fortaleza en sus valores personales- para que exista una elección en su cotidiano.
El pudor, lo entiendo, definitivamente, como una elección que las personas hacen sobre lo que consideran lo mejor para su cuerpo –léase desnudez propia y ajena, por ejemplo-, sus relaciones íntimas –las de neto contenido erótico y las otras-, en concreto en relación con su vivencia que debe ser siempre personal, apuntando al enriquecimiento lo más holístico posible y a evitar al máximo todo tipo de violencia contra uno y contra el otro, lo que va a procurar –pensarlo como norte- hacer la economía máximo de todo daño posible.

Si, tomemos el pudor como una elección que nos permita, en cada momento, hacer que la felicidad, el placer y el encuentro sean el motor de nuestra vida. Esto es, en lo personal, un propósito. En educación, ojalá que sea un objetivo. 

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