lunes, enero 02, 2012

Un lugar en el mundo


Cada uno tiene un lugar en el mundo. Ese lugar donde se siente en paz y donde el corazón se aquieta. Ese lugar donde uno cree que todo puede ser mejor y que aún las dificultades tendrán una solución eficaz. Es ese lugar donde uno se siente protegido, donde las cosas son familiares y que, en definitiva, parece que nos alcanza con lo que uno percibe de mundo a través de nuestros sentido; Así, el mundo es hasta donde miro, hasta donde escucho, hasta donde puedo tocar. Los gustos de mi mundo son los sabores que se hacen en ese lugar. No estoy hablando de chauvinismos ni reales ni disfrazados. Esas personas que gritan que nada puede ser mejor que lo de uno. Estúpidos nacionalismos sin otro sentido que fomentar el odio y la discriminación. Estoy hablando de lo que le atañe a uno y nada más. Sin que sea una ley general, es más quizás todo lo contrario. El lugar donde uno se siente a gusto. Ese sitio, como diría el poeta, “entre la montaña y el mar” y donde uno quisiera ser enterrado, como síntesis de la idea.
Encontrar un lugar en el mundo no quiere decir que uno va a permanecer allí o que toda su vida se desarrolle en ese sitio. Es más, uno puede disfrutar del andar por los caminos y perderse por otras ciudades donde descubrirá con verdadero deleite músicas, sabores, texturas y colores diferentes y se sentirá halagado, embriagado y emocionado por el simple hecho de poder percibirlo como reales, como necesarios, como exultantes. Sin embargo, más allá de eso, ese lugar que uno descubre como su lugar en el mundo adquiere una noción que excede esa sensación. Es el sitio donde uno se hace cosmos, podemos decir. Ese lugar donde parece que uno escucha mejor el mensaje que la eternidad tiene guardado para cada uno.
Es lindo pensar que hay un lugar para cada uno y que uno pueda descubrirlo. Es fundamental no confundirse con el lugar del otro, aunque sea cercano. Cada uno debe asumir su propio lugar y con ello dejar que las cosas fluyan. No podemos compartir el lugar, podemos compartir la sensación que experimentamos.


Para algunos –muy pocos-, es verdad: el lugar es el camino. Ese camino que, como dijo el otro poeta, siempre serán “estelas en el mar”, o, en otras palabras, un largo camino de encuentros transformados, por alquimia, en instantes de intimidad compartida.

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