jueves, agosto 21, 2014

Día a día


Día a día que pasa somos un poco más viejos. Así es la vida misma. Nacemos y comenzamos a utilizar todos los días que “están en nuestro calendario”.  Y, como hecho curioso, sabemos los que nos quedan atrás  y nunca los que nos quedan delante. Pero para adelante programamos, soñamos y deseamos. Para atrás, la memoria nos permite añorar, recordar y demás. Pero uno y lo otro lo hacemos hoy, aquí y ahora. Si, la vida es presente y envejecer es, solamente, haber utilizado el día de hoy como sea.
Luego, con el tiempo, vamos viendo en detalles que ya no somos tan jóvenes. Es tan normal que no tiene ningún sentido no reconocerlo. Como tampoco es correcto pensar que ya paso lo mejor, aun habiendo pasado lo magnifico y excelso. La vida, o sea lo que nos queda para adelante, siempre tiene la capacidad real de producir fiesta, júbilo, éxtasis y así catalizar cualquier cosa en nuestra felicidad. Así de simple.

Una capacidad efectiva de suplir nuestras carencias –muchas reales, concretas y ciertas- por un abanico de cosas que nos permiten que la vida misma siga siendo la posibilidad magnífica del encuentro con el otro, de la comunicación en sus opciones, de las emociones como prueba de estar. En definitiva de sabernos aquí y ahora con la felicidad, o sus opciones, a nuestro lado. 
Así, la vida misma que se tejen en nuestras vivencias vividas -muchas de ellas añoradas, que nos da fuerzas en nuestros momentos vitales, nos garantiza, como debe hacerlo la esperanza, que el futuro aún podemos escribirlos un poco mejor, independiente de lo que ya hemos vivido. Por ello, hoy, será nuevamente un buen día.

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