jueves, enero 05, 2023

Reyes Magos


 

El 6 de enero se celebra la festividad de Reyes Magos. Son eventos que tienen alguna magia o
evocan infancia, es decir ya no son sólo festividades religiosas, sino simbólicas de las que uno puede apropiarse sin que deba ser un convencido. En esta festividad, en particular, circula una parte de un poema de don Miguel de Unamuno
, que suele emocionar y generar cierta nostalgia de otrora. Dice esa parte: Agranda la puerta, padre, //porque no puedo pasar;// la hiciste para los niños, // yo he crecido a mi pesar. // Si no me agrandas la puerta, // achícame, por piedad;// vuélveme a la edad bendita //en que vivir es soñar.

Al leerlo el texto es común, decía, que sintamos esas sencilla, nostálgica y hermosa sensación de niñez, la que básicamente implica añorar una época donde la simplicidad parecía lo habitual, la mentira inexistente (salvo por los juegos inocuos  como “Yo no me comí el pedazo de tarta con la boca con merengue), la risa se muestra casi como respiración, los regalos siempre son sorpresas aguardadas  (tal vez porque no había tanta exigencias), el cariño era constante y se manifestaba sin tapujos, los juegos eran siempre con otro, las rencillas duraban lo que demoraba en comenzar otra actividad y el aprender era una aventura que no se paraba porque la buscábamos. Una época en que la jugar en la calle era jugar en un lugar seguro y que las golosinas no tenían tantos sellos para decirnos que estaban mal. Uno añora la idea de esa niñez donde había una familia –armada como fuera, pero familia, en fin- que era la encargada de retarnos sin violencia y amarnos sin condiciones.

Pero, un día descubrimos que ese idilio, aun cuando lo hayamos vivido cada uno de nosotros, no era jamás para todos los niños y niñas. Porque la pobreza siempre existió, porque la violencia contra la niñez no es nueva, porque los atropellos si ahora se ven, antes se ocultaban. Es decir, añoramos la imagen que tenemos de aquella otra niñez y está bien así, porque cuando la imaginamos lo hacemos pensando en lo que la niñez debería recibir siempre. El famoso “los niños/as primero” más que un eslogan colorido, se debe convertir en un plan de acción.

Pero, estamos en este 2023. La niñez se la vive en estas épocas y con estas condiciones. Allí los que soñamos volver a ser niños, somos los adultos que debemos garantizar que nuestra sociedad sea lo suficientemente saludable para que “los locos bajitos” (Serrat dixit) sean capaces de disfrutar todo lo posible, porque es el camino para garantizar una sociedad mejor. Eso lo sabemos todos, un mejor material (una infancia sana, educada, protegida, creativa, amada) crea un mejor producto: una sociedad sin violencia, más justa y equitativa, menos conflictiva. No como normal sino como consecuencia.

Sin querer, ya está claro el mejor proyecto que podemos pensar para este 2023: eliminar la violencia contra la niñez, no sólo la que va directamente contra ella, sino aquella que enseñamos con el ejemplo, por lo tanto, debemos reducir la carga de violencia social que se expone tanto en las palabras como en los hechos. Ya se sabe que la pobreza es un drama, pero cuando llega a la infancia es, sobre todo una crueldad, porque en nuestro país debería ser algo evitable. La educación, nos cansamos de pregonar que es la solución de base para la inequidad y la injusticia. Pues ella debe orientarse a ser aún más educación que por definición es integral. No me canso de repetir, no hay educación verdadera, sino incluye la educación sexual integral como constituyente real y necesario.


Así que, hoy asumamos ese rol de “padre que debe agrandar la puerta” para la niñez y sepamos que sólo se podrá hacer si nos comprometemos en ampliar derechos y que estos lleguen a todos los niños y niñas que nos rodean. El trabajo está claro, entonces, como diría el otro español: ¡Argentinos, a las cosas!

 

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