miércoles, septiembre 03, 2014

Nuevas notas sobre los celos




Están allí, en la lectura errónea de algo. Siempre están en ese lugar. No son intuitivos, ni creativos, ni eficaces. Son violentos, son perjudiciales, son mutilantes. Es verdad, algunos lo sienten y otros no. Pero no quita, siguen siendo eso que afecta, surge como un dolor profundo que uno se hace o hace al otro. Son así. Se tiene celos por lo que uno se imagina, nunca por los hechos.  No se tiene nunca celos por una posibilidad, sino por la probabilidad. Esta diferencia no es rebuscada. Posibilidad tenemos todos de encontrarnos alguien que sea más simpático, sensual, alegre o lo quesea que nos atrajese. Esto es la vida. Probabilidad es lo azaroso. Lo primero es lo que la vida misma nos ofrece que, me gusta decirlo, de este modo: la vida siempre nos da la posibilidad de ser felices. La probabilidad es algo más de lotería. Quizás pase, quizás no y aún con muy bajas probabilidades actuamos.
Los celos están allí, en el camino a cualquier cosa que nos puede producir el placer que se perfecciona, el diálogo que construye, el intercambio que nos mejora, la franqueza que nos hace maravillosamente cómplices. Los celos nos alejan de una manera que no permite nunca que se acerque el otro porque los celos torpedean los recursos para que la intimidad pueda desplegar todos sus recursos.

Si, tenemos celos. Es bastante habitual. Pero, no aceptemos nunca que ellos son parte de lo necesario, de lo inevitable para el encuentro, para el amor, para la intimidad, para estar con el otro. Nos rebelemos todas las veces necesarias contra ellos para así poder permitirnos, indefectiblemente, la posibilidad real de la felicidad, del encuentro que permite sentirnos testigos y protagonistas de la intimidad.

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