viernes, diciembre 26, 2014

Displacer


No me gusta sumergirme en agua fría. Me produce displacer. La idea de displacer es, curiosamente muy importante para las personas. Debemos aprender lo que nos disgusta, lo que nos quita placer. Es quizás algo que olvidamos. A ver, me explico, el placer es un camino que es infinito. Puedes quedarte con los placeres conocidos o permitirte, cada tanto el descubrir nuevos senderos. Saborear saberes o experiencias nuevas y en ellas descubrir los placeres que no conocías o, los conocidos, con nuevos matices. Eso es genial. Para hacerlo, creo, es importante saber también lo que te produce displacer. Lo que lo apaga a la satisfacción potencial.
 


Es, sin dudas, el camino de la asertividad real. Aquel que te permite expresar, a partir de tus propias emociones lo que sientes, lo que necesitas, lo que quieres y trasmitirlo sin que eso sea imposición. Valga una aclaración, decir lo que te produce displacer no es la excusa para no conocer lo nuevo, lo diferente, lo que no experimentamos, es saber que caminos nos producen daño, nos afectan, no queremos experimentarlo y poder disponer del derecho de decirlo y que lo respeten. Conocer los limites donde se encuentra nuestro displacer nos permite, curiosamente, adentrarnos más en el espacio desconocido donde todavía hay placeres que no experimentamos y hacerlo con la certeza que el placer que podemos encontrar será siempre positivo, enriquecedor y, como los tréboles de cuatro hojas, a veces, tan únicos que nos dará el éxtasis.

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