martes, abril 02, 2019

Manifiesto personal sobre "no votar a legisladores"

Breve introducción para argentinos “pseudo anti-fachistas”
Aunque lo considero innecesario (y comprendiendo que –lo espero fervientemente- la mayoría considere que es un “insulto” a su inteligencia), debo aclarar lo siguiente para los ocasionales lectores de este micro-manifiesto:
Creo que tanto la dictadura y la tiranía son intrínsecamente malas y por lo tanto afectan a los derechos humanos y no deben ser defendidas ni aceptadas. Es más no creo que existan argumentos para ser defendidas seriamente. Sean estas de cualquiera grupo político. Creo, también, que las monarquías–aunque sean más aceptadas- deberían tener el mismo concepto: afecta a los derechos humanos y, con ello alcanza, para ser desterradas como forma de gobierno aunque perduren como material para generar revistas y esas cosas. O sea, afirmo que en el siglo XXI el concepto de rey confronta directamente con la noción que todos somos iguales. Por ello, alego categóricamente que jamás, ninguno de mis argumentos, va a la defensa de la existencia de ninguna de estas tres formas de gobierno. Si así lo lees, definitivamente estás leyendo mal.

Va, entonces, mi manifiesto
Yo, como ciudadano argentino mayor de edad y legalmente autorizado (y obligado por ley) a ir a elecciones para optar por un ciudadano argentino como parlamentario o concejal, que no es otra cosa que una persona que “como dicen ellos mismos” son “empleados del “famoso” pueblo. Aclaro que, a pesar ser aún de clase media, o sea un trabajador común, sigo siendo parte de ese pueblo aunque algunos discursillos, que no acepto, me quieran dejar afuera o, curiosidad, por el simple hecho de no aceptar sus discursos. Lo que voy es que mi voto es para elegir un empleado que, además será pagado, por medio de los impuestos. En principio un simple trabajador del pueblo.
Dicho esto no puedo elegir jamás a un empleado para un empleo que permita criterios que no se consentirían en ningún empleo que se pretenda serio y necesario para el bienestar del pueblo. Es decir, que no quiero que un ciudadano reciba mi “voto” para acceder a un cargo donde lo siguiente  dependiendo únicamente de la conciencia del elegido o sea que está autorizado “legalmente”:
1-      No asistir nunca al trabajo. El único trabajador público que puede ir al laburo y decidir no asistir porque el “clima de la votación” no le conviene al partido, porque decide que tiene que hacer un viaje para ver un partido de futbol o simplemente porque hay mucho sol, lluvia, nieve, brisa, viento o lo que fuera, es el legislador.
2-      A ser testimonial si le surge una opción mejor. Aun diciendo en campaña que no lo hará. Es decir, puede mentir públicamente sobre el cargo que va a ocupar y eso no le implica ningún tipo de dificultad ni personal, ni partidaria, ni patrimonial. Incluyo en testimonial no cumplir un mandato de diputado/a, por ejemplo, para en la elección siguiente ser candidato/a a senador/a y saltar de cargo en cargo.
3-      Formar parte de una lista sábana, ocultando sus antecedentes, capacidades, historial policial o lo que fuera bajo un lema o un slogan “in-creíble” no por magnifico sino porque nadie lo cree actualmente.
4-      Presentar durante todo su periodo laboral (los cuatro años) la suma impresionante de “cero” proyecto de ley que sirva para la comunidad o para alguien.
5-      Acceder al cargo sin tener ningún conocimiento de ningún tipo sobre nada, aunque puedan ser premio nobel. El conocimiento no es ninguna exigencia. Ni saber datos mínimos de su provincia.
6-      Ser juez y parte sobre todo de sus beneficios Ellos pueden  decidir cuánto van a cobrar y como lo harán y no alcanza como defensa que muestren en que lo gastan, ni las personas que ayudan.
7-      Que puedan acceder y ser protegidos por sus pares ante delitos y procesamientos, algo que sus electores no tienen como beneficios.
8-      Que puedan nombrar con sueldos onerosos a quienes quieran como asesor/a sin que deba mediar alguna capacidad real de esas personas. Los asesores no deben mostrar ninguna condición especial, pueden acceder sólo por ser “militante”.
9-      Que nombren como funcionarios a familiares directos e indirectos o amantes o amigos, tengan o no alguna condición para el cargo, esto gracias a la magia del poder legislativo.
10-  Recibir beneficios de “vacaciones”, “traslado” y “otros” sin ningún mérito específico y sin límites de cuantía, todo bajo la consigna es el pueblo el que paga y yo soy el que decide que es importante o mis pares.
11-  Que a pesar de su ineficacia legislativa, su banca se renueve sólo porque el que arma la lista lo ponga en un puesto accesible o porque los que están encima renuncien para tomar un segundo cargo.
12-  Que puedan nombrar como sucesores a familiares, lo que depende sólo de su posición partidaria.
13-  Que tengan vacaciones durante tres meses por un anacronismo constitucional de 1853. Las sesiones extraordinarias en un mundo tan activo es un anacronismo que estaba relacionado directamente con el tiempo que demoraba el regreso a sus pagos en la época de las carretas.
Además queda claro que es el único trabajo donde:
14-  Si su trabajo repercute negativamente sobre la sociedad no tiene ninguna responsabilidad directa por ello.
15-  El cargo legislativo es una escalera para ser empresario o nuevos cargos de buen salario, cero responsabilidades y muchos beneficios.
16-  Cada legislador posee una cantidad de empleados que pueden hacer su trabajo y el de varios legislados que serán pagados por el estado. O sea, el prácticamente puede ser un inútil total para el cargo y ser mantenido durante años y renovarse el mismo por decisión totalmente funcional a algún tipo de poder.

Dado que todo eso es posible, es decir no existe impedimento real para que todo lo dicho se pueda concretar es que decido no ser participe que uno de mis con-ciudadanos reciba mi voto.
Además hoy no puedo elegir a una persona específica y no a una lista.
Sé, por otro lado, que eso no impedirá en nuestro sistema electoral ningún problema para que alguno sea elegido y pueda hacer, punto por punto, cada uno de estos elementos.
Comprendo, también, que mi voto impugnado o no presentado favorece que los que se aprovechan del sistema se beneficien. Pero estoy convencido que la responsabilidad absoluta que eso no pase pasa por el mismo poder legislativo que tiene que mostrar transparencia, “ética” y respeto por las instituciones en la práctica. Además que el sistema judicial debería dejar de razonar a favor del poder y ser más ejecutivo en buscar las formas de acotar realmente el uso y abuso de las instituciones.
Por ello sostengo, enfáticamente, que más allá de los valores morales que mis con-ciudadanos puedan tener y que lo mantengan en su cargo electivo es deber del sistema que el control sea quien impida que estos abusos existan. La moral y la honestidad están buenísimas que estén presentes pero, quiero que cuando ellas no estén alguien real, concreto, rápido y eficaz actúe en el marco de la ley. Todo esto con una premisa esencial a comprender: la corrupción mata, la corrupción afecta a los DDHH y a eso hay que hacer algo AHORA, no en dos, cuatro o cien años. Porque la defensa, promoción y ejercicio de los DDHH siempre debe ser en presente efectivo.
Que la corrupción tenga condena, castigo y devolución lo más rápido posible. Eso es lo que necesitamos, el resto son chicanas del poder para mantener el uso y abuso del mismo. No, ya no alcanza con “leyes opcionales” de transparencia y honestidad.

Quiero, en definitiva la misma moneda para todos. 

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