martes, agosto 01, 2006

El pianista, la soledad y la desesperanza

Hace unos días fui al cine. Fui a ver el Pianista de Polanski. Al hacerlo una angustia y un dolor de esos de carne lacerada me sacudio. Me senti mal. Muy adentro, donde uno guarda las emociones. Me senti golpeado en la sensibilidad que cada uno tiene para su propia esencia humana. La sensación íntima de ser golpeado brutalmente por lo incomprensible. Una experiencia individual, no colectiva, puesto que estos siempre seran la suma de dolores individuales.
Días después, la Academia de Suecia le entregó el premio Nobel de literatura al escritor húngaro Imre Kertész (Budapest, 1929) diciendo que su obra “enfrenta la frágil experiencia del individuo contra la arbitrariedad bárbara de la historia”. El autor dijo algo que me aclaraba algunas cosas con respecto a mi dolor frente a la pelicula. Kertész dijo “el nazismo sacaba a la luz los más bajos instintos del hombre, era la locura, la jauría desatada, el suicidio, la desesperación, el odio, la sinrazón”.
No es otra cosa que aquello lo que me sacudio el espiritu, golpeándolo muy adentro. En la pelicula el protagonista está solo. Se encuentra solo frente a todo eso que se desata y va viendo como sus referencias, que intenta mantener, se pierden en la nada. Se encuentra que está solo frente a demasiadas soledades puesta en juego; solo, frente a una necesidad de supervivencia que no logran construir un mundo.
La experiencia del dolor siempre es individual. Siempre nace en el fondo del alma de uno e intenta encontrar eco en los demas. A veces lo logra. Pero nunca, sin costo. Para hacerlo tiene que sacrificar, pulir, encajar su experiencia frente a la del otro para intentar paliar de algun modo el silencio que grita desde adentro.
Me doy cuenta, no es lo pasado lo que me sacudio con tanta fuerza, sino la realidad incuestionable que nos toca vivir. El dolor no es el sufrimiento únicamente por la locura de esos años, sino por la vivencia repetida y cruda de hoy.
La experiencia humana es una experiencia en presente, no es otra cosa. Es hoy cuando vivimos la alegría, el dolor, la pena, la sinrazon. Es hoy, cuando reproducimos aún, lo vivido hace 50 años o lo sufrido hace unos días. Solo hoy nos damos cuenta de nuestra soledad más profunda frente al dolor. Intentamos compartirla y seguramente lo logramos, a veces. Sin embargo, no logramos superar esas instancias donde en nuestra humanidad se sigue buscando, ofreciendo, cultivando y/o produciendo espacios para que esos “bajos instintos salgan a la luz”. He aqui donde la desesperanza golpea. El darnos cuenta que cambiamos nombres, formas de hacerlo, perfeccionamos técnicas, pero seguimos construyendo razones para el dolor. Frente al cual estamos solos.
La esperanza existe. Claro! Es la mentira que nos permite vivir. No la mentira en un sentido absoluto, la mentira de lo cotidiano. La de hacernos creer en esa vivencia personal que, cada tanto, nos permite espacios donde respirar "aire puro", o sea donde poder soñar, creer y amar. Hasta creer que, esos espacios, ocupan todo el desierto y que no son sólo esos oasis que encontramos de vez en cuando, algunas veces para quedarnos.
I have a dream! Como todos. Como lo seguiremos teniendo con el simple objetivo de avanzar por este desierto, lleno de oasis, hasta una ciudad donde el dolor de la sinrazón no exista, no como mito religioso, sino como conquista humana. Pero aún nos queda mucho desierto por andar.
11/10/02

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