viernes, agosto 04, 2006

El poder

El mundo esta dividido entre los que tienen el poder y los que no lo tienen (sean estos los que nunca lo tuvieron ni lo tendrán o los que por el juego del poder dejaron de tenerlo). En función de esta realidad se desenvuelve la comedia del ser humano que toca, afecta, sacude, hace vivir y mata a seres humanos que deben navegar en ese mar del poder.

El poder esta inserto en el ser humano como una realidad tan concreta como el aire mismo que respira. Por ello, desde siempre, se hace esfuerzos permanentes por descubrir como delinear mejor el límite, tan escaso y fino, que transforma el uso mesurado, racional y adecuado del poder en abuso del mismo. Se sabe que es difícil seguir esa línea divisoria. Esta dificultad nace porque son límites que sufren la evolución permanente. Son, muchas veces, límites que se aplican de forma “instantáneo” en nuestro mundo. Es decir, no solamente tenemos que tomar la decisión de hacer frente al uso o al abuso de poder frente a hechos aislados, sino frente a personas concretas. Nuestros ánimos (alegres o melancólicos, nuestras experiencias (lejanas o recientes), nuestros deseos (reales o imaginarios), nuestra personalidad (dominada o dominadora) se combinan aleatoriamente en cada momento, y nos hace tomar decisiones diferentes, muchas veces, en cada momento.
Agreguemos a lo dicho, la creciente incapacidad que tenemos los seres humanos en reconocer nuestras faltas, a lo que se debe suma la capacidad que desarrollamos los seres humanos para crearnos la ilusión de la coherencia permanente. Todo eso termina por hacer que sea común utilizar varas diferentes en muchos momentos. La justicia, en esos casos, solo puede nacer no del conocimiento sino de la sabiduría. Lamentablemente la sabiduría es algo bastante escaso en los seres humanos, sino habría muchos menos muertos, marginados, infelices y abandonados en este mundo.

El poder, siempre es el poder el que produce el dolor en los otros, no solo el poder que se ejerce por la fuerza física, sino también el que se traduce como arrebato verbal, o como impulso emocional, o también el que es fruto de la personalidad que oprime aún sin utilizar la fuerza física. No hace falta tener un fusil para ejercer el poder. Hace falta ser incapaz de ver en el otro una persona capaz de tener un pensamiento válido. Es acusar al otro de no haber pasado una experiencia. Se ejerce el poder cuando se silencia la palabra del otro. En definitiva se ejerce el poder, se abusa del poder, cuando negamos por cualquier vía al otro de ser.

E, viernes, 28 de enero de 2005

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