jueves, diciembre 29, 2011

En un día como este


En un día como este pasan muchas cosas. 
En algún lugar, quizás conocido, ella se casa con alguien. En otro sitio, él se separa con alguien. Al mismo tiempo, alguien nace, quizás ella o él. Sin lógica visible, también, en ese mismo instante, él o tal vez ella, muere. Alguien, quizás, en ese mismo segundo esté riendo a lo loco, y él estará llorando desconsoladamente, con lágrimas visibles o escondidas.
Así es la vida, tan cotidiana y tan llena de las mismas cosas que se suceden infinitamente en un orden aleatorio, como si fuera un metro que pasa y volverá a pasar pero que nunca será el mismo. 
Hilos que tejen redes, telas de arañas, o como quieran verlo. Telares invisibles donde surgen los colores como van saliendo. No tenemos la visión de todo, aún cuando jugamos a ser dioses.
En un día como este, pasan tantas cosas. Pero, a la mayoría sólo nos importan las que nos tocan de cerca, las que hacen que nuestra risa o nuestra lágrima aparezcan como perlas. Sí como perlas, esas que marcan nuestro andar particular por ser de uno. Vamos por la vida con un pasado de mojones y esos puntos donde anhelamos llegar, como si fuera nuestra idea de paraíso y que, quizás, sea sólo una quimera que nos permite el viaje, el camino, el compartir, la compañía. La lograda, la deseada, la perdida, la ambicionada, la esperada.
Un día como éste, lloraré o reiré por cosas que pasaron, y, sobre todo, por aquellas que pasan -siempre se ríe y llora en presente-. 
Quizás, luego de ello trataré de pensar de nuevo que mañana hay un nuevo día y que, casualmente, comenzará un nuevo año y volverán las oportunidades para que un día como ese pase de nuevo o no se añore, tanto, ese día que ya pasó.

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