plato que nos da una nueva idea de placer. Elegimos una película que nos fascinará y conversamos con alguien que no parece, pero nos hace volar un poco más. Es la vida. Así debe ser.
El problema, sin dudas, es que cuando nos
equivocamos, muchas veces y muchas personas se castigan por no haber elegido
bien. Se olvidan –me olvido- que la decisión se toman en pasado y se evalúa en
futuro. Que muchas veces en el fragor de lo cotidiano elegimos y no es lo mismo
evaluarnos –juzgarnos- en la tranquilidad de la sala del tribunal y no en la
realidad donde nos toca operar. Lo que pretendo decir es que debemos ser
indulgentes con nosotros mismos, que no quiere decir que nos perdonemos
cualquier cosa. Efectivamente, hasta podemos ser responsables pero, tengamos
cuidado con ser impiadosos con nosotros mismos en la evaluación de las
decisiones que tomamos. Ellas surgen con el entusiasmo, con la necesidad, con
el deseo, con las esperanzas y con nuestros propios mitos que hacen que
creamos, tantas veces, que el camino que luego vemos incorrecto, era el mejor.
No nos olvidemos, en definitiva, que somos
seres humanos transitando por una vida que no sólo no conocemos sino que vamos
construyendo, descubriendo y viviendo en cada momento que la vamos andando.